El piloto no vuela: hace un pilotaje
Por: Carla Huidobro
El cuestionario no es el cielo,
ni las variables son alas.
Pero aquí estoy,
intentando despegar una investigación
con un Excel maltrecho
y la ansiedad como copiloto.
No hay tripulación,
solo un cuerpo que se fragmenta
en pestañas abiertas,
en bibliografía que nadie lee,
en ítems que deben validar
un cansancio que nunca ha sido medido.
Hay quienes creen que esto es fácil:
"tres meses y ya está",
como si pilotar fuera encender motores
y no dibujar el mapa con sangre
sobre campos minados de burocracia.
Un pilotaje no se vuela,
se sobrevive.
Se estrellan hipótesis,
se caen respuestas,
y tú sigues preguntando,
como si no doliera
hacer ciencia con un café frío
y una lámpara que parpadea
en la madrugada del deadline.
Nadie te enseña a sostener
el avión cuando el viento cambia.
Cuando el comité no responde.
Cuando tus sujetos no contestan.
Cuando el SPSS se cuelga
y tú te quedas ahí,
viendo los restos de tu plan de vuelo
hechos papilla en pantalla.
Pero tú te levantas.
Recodificas.
Renombras.
Vuelves a mandar el enlace.
Y aprietas los dientes
como si eso también fuera parte
del marco metodológico.
Porque el piloto no vuela.
Hace un pilotaje.
Y si logra despegar,
aunque sea diez centímetros,
lo celebra como quien ha vencido
la ley de la gravedad
con puras ganas de seguir.