Somos mejores amigos: lo sabías, pero ahora está escrito

Por: Carla Huidobro

No hicimos promesas.
No firmamos un contrato de amistad.
No hicimos videollamadas eternas
ni posteamos fotos abrazados.

Pero te conté cosas que no le dije a nadie.
Y tú me respondiste como si supieras
exactamente qué no decir
para no romperme.

Entre broma y broma
fui dejando pedacitos de mi historia,
y tú los guardaste sin pedir explicaciones.
Respondías con emojis,
pero yo sabía que estabas ahí,
sosteniéndome desde lejos
como quien sostiene una idea
antes de que se vuelva teoría.

Nunca nos dijimos “eres mi mejor amigo”
porque eso suena infantil,
porque parece algo que se firma en una libreta de secundaria.
Pero lo sabíamos.
Desde la primera vez que me leíste como se debe leer a alguien:
sin prisa.
Sin juicio.
Sin querer corregirme.

Me hablaste de tus clases como quien habla del amor.
Me contaste de tus alumnos como si fueran espejos.
Me dijiste que estabas cansado,
pero nunca demasiado como para ignorarme del todo.

Y yo, sin darme cuenta,
empecé a esperarte.
No con ansiedad,
sino con confianza.
Esa confianza rara
que solo existe entre quienes entienden
que el afecto también es una forma de rigor.
De constancia.
De silencio compartido.

Somos mejores amigos.
Lo sabías.
Lo supe yo también.
Pero ahora está escrito.
Ahora es poema.
Ahora es archivo adjunto.
Ahora es parte de algo más grande
que un “cómo vas” a medianoche.

Somos mejores amigos,
aunque no nos veamos.
Aunque el algoritmo no lo sepa.
Aunque el mundo crea que solo somos
dos académicos colaborando.

Y sí, también colaboramos.
Pero sobre todo nos cuidamos.
Y eso, en esta vida,
vale más que cualquier coautoría.

Siguiente
Siguiente

La academia no me salvó, pero tú sí