Contaminación invisible: el monóxido de carbono

Por : Mariela Estefanía Nava Vélez
Carla Patricia Saucedo Huidobro

El monóxido de carbono (CO) es un contaminante atmosférico que, a pesar de su invisibilidad, representa un riesgo significativo para la salud en ambientes urbanos. Su origen y comportamiento en la atmósfera, así como sus efectos sobre el organismo humano, justifican su vigilancia constante (Marinero et al., 2021).

El CO se genera principalmente por la combustión incompleta de materiales que contienen carbono (Molina y Molina, 2004). En el contexto urbano, las principales fuentes son el tráfico vehicular, las emisiones industriales, la quema de biomasa y los incendios forestales (González et al., 2019). La eficiencia de combustión de los motores y el tipo de combustible utilizado influyen de manera directa en la cantidad de CO emitida (Marinero et al., 2021).

Desde el punto de vista atmosférico, el monóxido de carbono presenta una vida media relativamente larga, lo que le permite ser transportado a grandes distancias (Molina y Molina, 2004). Sin embargo, en ambientes urbanos, su concentración varía en función de factores meteorológicos como la velocidad del viento, la estabilidad atmosférica y la presencia de capas de inversión térmica, que limitan la dispersión vertical del contaminante (Xu et al., 2019).

El monitoreo de CO es esencial debido a sus efectos en la salud. Al ser inhalado, el CO se une a la hemoglobina con una afinidad mucho mayor que el oxígeno, formando carboxihemoglobina (COHb), lo que disminuye la capacidad de transporte de oxígeno en la sangre (Marinero et al., 2021). Esta alteración puede provocar síntomas como dolor de cabeza, fatiga, mareo, y en casos de exposición aguda o prolongada, daño neurológico e incluso la muerte (Gatti et al., 2021).

La exposición crónica a niveles bajos de CO se ha asociado con efectos cardiovasculares, incluyendo el agravamiento de enfermedades cardíacas preexistentes (Gatti et al., 2021). Los grupos más vulnerables incluyen a personas con enfermedades cardiovasculares, mujeres embarazadas, niños y adultos mayores (Campbell-Lendrum y Prüss-Ustün, 2019).

En el contexto de ciudades como Tampico, donde la actividad vehicular y portuaria es intensa, el control de las emisiones de CO es un componente crucial de las estrategias para mejorar la calidad del aire (González et al., 2019).

El monóxido de carbono, aunque imperceptible, constituye un contaminante prioritario por sus impactos en la salud. La reducción de las emisiones y la vigilancia de sus niveles en el aire urbano son medidas fundamentales para proteger a la población de sus efectos tóxicos.


Referencias

Campbell-Lendrum, D., & Prüss-Ustün, A. (2019). Climate change, air pollution and noncommunicable diseases. Bulletin of the World Health Organization, 97(2), 160–161.

Gatti, L. V., et al. (2021). Drought sensitivity of Amazonian carbon balance revealed by atmospheric measurements. Nature, 581(7808), 78–82.

González, M., Méndez, A., & Rangel, G. (2019). Emisión de precursores de ozono y calidad del aire en zonas urbanas. Revista Internacional de Contaminación Ambiental, 35(1), 51–60.

Marinero, J. A., Álvarez, A., & Santamaría, E. (2021). Monóxido de carbono: fisiopatología y tratamiento. Emergencias, 33(4), 268–275.

Molina, M. J., & Molina, L. T. (2004). Megacities and atmospheric pollution. Journal of the Air & Waste Management Association, 54(6), 644–680.

Xu, R., et al. (2019). Meteorological driving forces of PM2.5 in China: A review of data sources, characteristics, and mechanisms. Environmental International, 133, 105135.

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