El ozono que respiras: efectos en la salud que pasan desapercibidos
Por : Mariela Estefanía Nava Vélez
Carla Patricia Saucedo Huidobro
El ozono troposférico (O₃) es un contaminante secundario que se forma en la atmósfera a partir de reacciones fotoquímicas entre óxidos de nitrógeno (NOₓ), compuestos orgánicos volátiles (COV) y monóxido de carbono (CO), en presencia de radiación solar (Atkinson, 2000). A diferencia del ozono estratosférico, que protege la vida en la Tierra de la radiación ultravioleta, el ozono que se genera en las capas bajas de la atmósfera es un gas altamente oxidante que representa un riesgo para la salud humana (González et al., 2019).
El impacto del ozono troposférico sobre la salud ha sido ampliamente documentado. Su inhalación provoca una respuesta inflamatoria en las vías respiratorias, aumentando la permeabilidad alveolar y reduciendo la función pulmonar (Zhang et al., 2022). Estos efectos son más pronunciados en grupos vulnerables, como niños, adultos mayores y personas con enfermedades respiratorias preexistentes (Campbell-Lendrum y Prüss-Ustün, 2019).
La exposición a O₃ se ha asociado con síntomas respiratorios agudos, incluyendo tos, dolor torácico y disnea. Además, puede provocar la exacerbación de enfermedades como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) (Atkinson et al., 2016).
A nivel celular, el ozono induce la formación de especies reactivas de oxígeno (ROS), que generan estrés oxidativo e inflaman el tejido pulmonar (Zhang et al., 2022). Estos procesos contribuyen a la progresión de enfermedades respiratorias crónicas y pueden afectar también la salud cardiovascular (Marinero et al., 2021).
Estudios epidemiológicos han demostrado una asociación entre la exposición a concentraciones elevadas de O₃ y un aumento en la mortalidad por enfermedades respiratorias y cardiovasculares (Campbell-Lendrum y Prüss-Ustün, 2019). Además, se ha observado que el ozono troposférico puede alterar la respuesta inmunitaria, incrementando la susceptibilidad a infecciones respiratorias (Zhang et al., 2022).
Estos impactos suelen ser poco conocidos por la población en general, debido a que el ozono es un gas incoloro e inodoro, cuya presencia en el aire pasa desapercibida. Sin embargo, su capacidad para dañar el sistema respiratorio y contribuir a la carga global de enfermedades crónicas lo convierte en un contaminante prioritario para la gestión de la calidad del aire.
El ozono troposférico que respiramos en los ambientes urbanos representa un riesgo significativo para la salud. La vigilancia de sus concentraciones y la reducción de las emisiones de precursores son medidas esenciales para proteger a la población y mejorar la calidad del aire.
Referencias
Atkinson, R. (2000). Atmospheric chemistry of VOCs and NOx. Atmospheric Environment, 34(12–14), 2063–2101.
Brasseur, G. P., Orlando, J. J., & Tyndall, G. S. (1999). Atmospheric chemistry and global change. Oxford University Press.
González, M., Méndez, A., & Rangel, G. (2019). Emisión de precursores de ozono y calidad del aire en zonas urbanas. Revista Internacional de Contaminación Ambiental, 35(1), 51–60.
Marín, J., Díaz, A., & Rodríguez, J. (2012). Influencia de las variables meteorológicas en la concentración de ozono troposférico. Ciencia y Ambiente, 28(2), 29–39.
Molina, M. J., & Molina, L. T. (2004). Megacities and atmospheric pollution. Journal of the Air & Waste Management Association, 54(6), 644–680.
Xu, R., et al. (2019). Meteorological driving forces of PM2.5 in China: A review of data sources, characteristics, and mechanisms. Environmental International, 133, 105135.
Zhang, Z., et al. (2022). Ozone pollution: A major health risk worldwide. The Lancet Planetary Health, 6(9), e659–e660.