Basado en: Borrego Ramírez, N., Ruiz Cansino, M. L., & Flores Sánchez, J. A. (2024). Selección de aplicaciones semiabiertas para mejorar comprensión lectora micronizada en Escuela Primaria “Antonio Álvarez Berrones”. Revista de Divulgación Científica, 13, 45–61.

Por : Carla Huidobro

Te sientas con tu hijo a leer.
Es un cuento corto, apenas cinco párrafos.
Pero a los tres renglones ya está mirando al techo. Cambia de postura. Suspira.
Te dice que no entiende. O peor: que le aburre.

Respiras hondo. Sabes que no es flojera. Que algo más pasa.
Que hay niños que tropiezan con la lectura no por falta de ganas, sino porque no han encontrado el puente.

Lo que no enseñan los libros de texto

En la Escuela Primaria “Antonio Álvarez Berrones”, un grupo de investigadores decidió mirar con lupa un fenómeno que muchas veces se pasa por alto: la comprensión lectora micronizada. Esa habilidad olvidada de entender lo breve. Lo que apenas se insinúa. Un encabezado. Una instrucción. Un mensaje de WhatsApp.

Lo que descubrieron Nali Borrego Ramírez, Marcia Leticia Ruiz Cansino y Jesús Alejandro Flores Sánchez fue que la escuela no solo enseña menos de lo que cree, sino que a veces enseña por inercia. Y que las aplicaciones digitales —si se eligen con cuidado— pueden convertirse en aliadas sutiles para lo más esencial: leer bien.

Aprender también se programa

Este trabajo partió de una hipótesis precisa: algunas aplicaciones semiabiertas —es decir, que permiten acceso gratuito parcial con posibilidad de intervención docente— podrían mejorar la comprensión de fragmentos mínimos de texto.
Pero no bastaba con suponerlo. Había que probarlo.

Analizaron 15 plataformas. Evaluaron su usabilidad técnica, su adecuación pedagógica y su aplicabilidad en condiciones reales. No se trataba de sustituir al docente, sino de ofrecerle nuevas herramientas. No se trataba de digitalizar por moda, sino de personalizar por necesidad.

Los hallazgos no son espectaculares, pero sí profundamente significativos. Se observó mejora. Se registraron avances. Se abrió una puerta.

El celular ya está en casa, ¿y si también entra al aula?

Las apps ya son parte del ecosistema cotidiano de niñas y niños. Negarlo es perder tiempo. Demonizarlas, un desperdicio.
Este estudio propone otra postura: ¿y si las convertimos en vehículos de aprendizaje? ¿Y si entrenamos al profesorado para usarlas críticamente, estratégicamente, amorosamente?

Porque no basta con usar tecnología. Hay que saber con qué propósito. En qué momento. Para quién.

Leer es volver a mirar

Una niña que no entiende una frase corta no necesita más tarea. Necesita más contexto.
Un niño que se salta instrucciones no necesita más castigo. Necesita otra forma de leerlas.
Una comunidad escolar que reconoce eso ya está enseñando algo nuevo.

Este artículo no es un manifiesto. Es una invitación.
A pensar con calma, con cuerpo y con conexión digital.

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