Mi espejo tiene dueño
María Fernanda Valles Hernández
No puede verme sin ver mis defectos, no puede dejar de ver lo que me falta y lo que me sobra. El hombre que creció dentro de mí está detrás de mis ojos juzgando todo lo que hago, no sé cuándo llegó, pero lo recuerdo desde siempre. Me miro con ojos de hombre, me juzgo y me castigo; ese hombre dentro de mí busca la perfección y hace todo por corregirme, me enseña a hacer todo por los demás.
Me juzga por mi ropa, pero también juzga a las demás; me odia por mi cuerpo, pero también odia el de las demás; me trata de corregir el cerebro, pero también quiere corregir el de las demás. Ese hombre adherido a mi cuerpo me odia y quiere que cambie, pero cuando cambio quiere que regrese; odia a las demás y quiere que también cambien, pero cuando cambian las odia más.
Mira a los demás hombres esperando que aprueben lo que ha hecho conmigo, lo mutilado de mi alma y lo ajustado de mi piel a los huesos.
Cada que me miro al espejo por la mañana y sus ojos me observan, me susurra dentro de mi cabeza que mi cintura es muy ancha, mis ojos muy grandes, mi cabello muy seco, mis pies muy venudos, mis brazos muy peludos, mis piernas muy flacas; por la noche, mis ojos no son suficientemente grandes, mi sonrisa está chueca, mis piernas son gordas y mis pies muy grandes. No le gusta nada de lo que tengo ni nada de lo que soy; quiere que lo cambie todo y, por lo tanto, creo que yo también quiero cambiarlo. Cada que me miro de cerca a los ojos, se esconde y alcanzo a ver un trozo de mí, y veo el cansancio antiguo que cargo.
No sé quién plantó este hombre dentro de mí, pero por más que le digo que se vaya y lucho a golpes desesperados con él, más se aferra a mi cerebro. Reconozco al hombre dentro de las palabras de todas mis cercanas y las odio por eso, casi tanto como me odio a mí. Nos privaron de nuestro propio pensamiento para encajar en un molde que no nació de nosotras, y nos convertimos en hijas de la misoginia que miran, aceptan y replican el pensamiento masculino, sacrificando nuestra individualidad femenina por gracia del hombre detrás de nuestros ojos.

