Protagonistas en El Cielo
Liborio Méndez Zúñiga
Es de larga data la actividad humana en el territorio de lo que hoy se conoce como la Reserva de la Biosfera El Cielo. Dicha actividad ha sido desarrollada tanto por habitantes locales como por actores externos —investigadores científicos, hombres y mujeres de la sociedad civil y miembros de las comunidades del área natural protegida—.
A raíz del decreto que definió este territorio como reserva bajo manejo estatal, se iniciaron acciones orientadas al estudio y la conservación de sus recursos naturales, en concordancia con la llamada modalidad mexicana para el manejo de áreas naturales protegidas, la cual permite a los moradores de sus comunidades realizar actividades productivas en los cuatro municipios que la conforman: Jaumave, Ocampo, Llera y Gómez Farías.
Un valioso compendio de los estudios e investigaciones realizados a lo largo de medio siglo es el libro Historia Natural del Cielo, obra pionera de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, en particular del Instituto de Ecología Aplicada. Otro estudio reciente da cuenta de la presencia y el aporte al conocimiento de una veintena de investigadores, ofreciendo un recuento que, a la vez, cuestiona la pertinencia del quehacer académico de la UAT.
Sin embargo, El Cielo tiene una historia que también debe reconocer a otros protagonistas que han dejado huella en su territorio sin pertenecer necesariamente a la academia, pero que son valorados por quienes participan en la conservación de su biodiversidad. Entre ellos destaca el ingeniero Jean Louie Lacaille Múzquiz, originario de Ciudad Mante, Tamaulipas, quien de manera individual y en equipo ha dedicado gran parte de su vida al conocimiento, palmo a palmo, del territorio de 144 000 hectáreas que conforman la reserva. Visto en retrospectiva, Lacaille ha recorrido durante cuarenta años el área, convirtiéndose en un explorador y naturalista poseedor de memoria y experiencia en materia de manejo y gestión de los recursos naturales de esta región protegida.
Llama la atención su vocación innata de explorador, manifiesta desde la juventud. Al recorrer la carretera federal 57 se preguntaba qué había dentro de la Sierra Madre Oriental, y ese interés lo llevó a internarse en ella, primero acompañado de su padre y después con sus amigos, hasta convertirse en guía de naturalistas formado de manera autodidacta.
La aventura lo llevó a convertirse, de facto, en un reconocido guía para propios y extraños, mostrando especial interés por la fotografía, las mariposas y las cuevas del macizo montañoso. Acompañó a investigadores nacionales y extranjeros que han dejado constancia de ello en sus artículos. Otra faceta destacada de su quehacer como naturalista fue su colaboración con la revista México desconocido, donde publicó artículos sobre sus hallazgos y compartió su conocimiento espeleológico de cuevas y los llamados sótanos de la Sierra Madre Oriental.
Esta actividad, de alto riesgo, requiere excelentes condiciones físicas y dominio del uso de cuerdas para descender a dichos sótanos y buscar especies como los peces ciegos. Este breve resumen del naturalista ingeniero Lacaille debe, además, ponderar su don de gentes y su estrecha relación con los habitantes de las comunidades de El Cielo, a quienes ha apoyado mediante servicios de gestión para proyectos desarrollados a través de Probiosfera, A. C.

